jueves, 10 de abril de 2014

CARA Y CRUZ

Messi o Cristiano. Bale o Neymar. Xabi o Busquets. Casillas o Valdés.
Y así, una infinita comparación entre jugadores rivales, o incluso de un mismo equipo.
Parece que no se puede ensalzar a uno, si no es en detrimento del otro.

El partido de anoche entre Atleti y Barça deja más de una comparación. Pero esta vez no es una comparación entre jugadores, que también. Esta vez la comparación tiene aroma argentino y está en los banquillos.
De la visión de cómo afrontar una eliminatoria a doble partido de un área técnica a otra, hay un mundo. Y eso se refleja en el campo, vaya si se refleja.

Mientras uno arenga, motiva y consigue que su espíritu se traslade al campo, el otro espera una reacción o genialidad de una orquesta que lleva tiempo sin director.

Hemos pasado de unos jugadores que idolatraban a su entrenador, a un entrenador que idolatra a sus jugadores. Y cuidado, porque esta espiral tiene pinta de acabar muy mal de no atajarse a tiempo. Muchos fuimos los críticos a principios de temporada tras la consecución de la Supercopa ante el propio Atleti, de la que se podía avecinar.

En aquella ocasión (mi entrada del 29 de agosto de 2013) critiqué la falta de autocrítica que ya no se hacía, y que increíblemente, sigue sin hacerse en Can Barça. Estos jugadores se creyeron la condición de eternos, sin querer darse cuenta de que el fútbol no tiene memoria.

Anoche el Cholo dió otra lección, una más en lo que llevamos de temproada.
Porque, como bien dijo, ''no ganan siempre los buenos, ganan los que luchan''. Y a algunos jugadores del Barça se les ha olvidado luchar, se les ha olvidado sudar una camiseta con la que fueron considerados eternos, se les ha olvidado que lo importante no es ganar; lo importante es ''GANAR, GANAR, GANAR Y VOLVER A GANAR''.

Rodri23.


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