lunes, 16 de junio de 2014

''Gracias, viejos rockeros''

Podría contar con los dedos de las manos aquellos jugadores que sudaron una camiseta y sintieron sus colores, en este mundo del espectáculo que es la NBA.

Les habrán hablado de exhibiciones protagonizadas por el pájaro verde con el 33 a la espalda en sus memoriales luchas con el talento del 32, la magia amarilla situada en la otra punta del país.

De esas finales, pasaríamos al recuerdo de aquellos 6 anillos conquistados por Jordan y sus escuderos Pippen y Rodman. 

Más tarde y ya con el vago recuerdo en la retina, se recordaría el triplete conseguido por la llamada 'fiebre amarilla' de Bryant y Shaquille O'Neal.

Pero la temporada 2002-2003 me marcó un punto de inflexión y provocó que me volviese asidua de este deporte-espectáculo. Fue el detonante para considerar un deporte lo que es un negocio movido por intereses. Aquel año, un quinteto formado por un francés, un argentino y tres estadounidenses consiguieron captar mi atención hasta el punto de llevarla a un sentimiento difícil de explicar. San Antonio Spurs, aquel equipo liderado por Parker, Ginobili, Bowen, Duncan y Robinson cautivó mi modo de entender la NBA, separándola del espectáculo y las individualidades que comúnmente nos tiene acostumbrados.
Y es por ello que comencé a seguir a un equipo que bien se asemejaba a la idiosincrasia del basket europeo, lejos de aquellos cánones de 'show' continuo.
Durante los años siguientes, SA siempre estuvo luchando, consiguiendo dos anillos más. El equipo por entonces, perdió a dos referentes como Robinson y Bowen, pero mantuvo a ese trío maravilla, pasado a llamarse por mucha gente, entre las que me incluyo, los viejos rockeros.
Parecía impensable que este equipo mantuviera a los 3 guerreros de edades avanzadas en esta época, pero aún fue más increíble que consiguiesen meterse en la Final de la NBA el año pasado, tras derrotar a la estrella emergente de Oklahoma como es Kevin Durant. Aquella final dolió. Mucho. Tener el anillo al alcance de la mano en el 6º partido y verse obligado a jugar un 7º fue un golpe moral muy duro.
Muchos entonces hablaron de la posible descomposición de este equipo que había marcado dos épocas en la NBA. Nadie apostaría por un trío que sobrepasaba de largo la treintena y que en Europa se considerarían no aptos para el Baloncesto. Pero tal vez esa gente se olvidó de lo más importante: Del orgullo de unos campeones que vieron escaparse el Anillo de la forma más cruel el año pasado, de una mentalidad ganadora, pero por encima de todas las cosas, de un colectivo que practica una sintonía perfecta de Baloncesto. 
San Antonio Spurs, el equipo que me hizo sentir más allá de una simple franquicia comandado por esos viejos rockeros, pasaron por encima de las individualidades de Miami, por encima del dinero y por encima del 'show' espectáculo, recordando que existe un espectáculo más bonito y esencial de este deporte: El juego en equipo.

Rodri23
















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